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 UNA NUEVA PÁGINA: LA HUELLA ESTELAR (Seiya/Taiki/Yaten)

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selenya kou
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selenya kou


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MensajeTema: UNA NUEVA PÁGINA: LA HUELLA ESTELAR (Seiya/Taiki/Yaten)    UNA NUEVA PÁGINA: LA HUELLA ESTELAR (Seiya/Taiki/Yaten)  I_icon_minitimeLun Dic 26, 2011 7:50 pm

Estimada comunidad: mi nombre es Silvana y amo este animé desde el primer día que lo vi. Todos sus personajes son maravillosos pero debo confesarme una enamorada de Seiya Kou. En el último capítulo, la despedida me llenó de tristeza; si bien estaba feliz porque Serena volvía con darien y sellaba un camino precioso, sentí que el destino era algo injusto con mi Seiya. Entonces, empecé a imaginármelos de regreso a su planeta, lo que les esperaría allí, lo que vivirían; y así nació este fan fics que pretende, a medida que avance, hacer un cruce con nuestras heroínas en una especie de regreso; pero antes, es necesario que vivan nuevas aventuras en su lugar de origen. Espero que les guste.

CAPÍTULO 1: Caída


El adiós fue punzante, agudo, el inicio de una larga angustia que calmaba, de a ratos, la mirada de la princesa libertada. Fueron horas de viaje y de silencio. Al divisar su planeta, Seiya lo sintió extraño, como si ese espacio de tierra dorada que supo forjar su alegría, ahora lo recibiera como a un espectro. Yaten y Taiki miraban al hermano, con el temor de saber que una parte suya había caído sin alas.

Descendieron entre la algarabía de los habitantes, aplausos de victorias, palmadas en los hombros, pero Seiya sólo podía pensar en la niña-mujer que le había enseñado cómo descifrar el mundo.

El discurso de la princesa Kakyu fue breve. Entraron al palacio y en la soledad, dieron inicio al ritual que desprendería, de los hermanos Kou, la mitad femenina

La diosa virginal posó sus manos en el pecho de los protegidos y un beso en la frente liberó la fuerza estelar. La esencia de las sailors en un cuerpo prestado comenzó a desaparecer. De aquí en más y, para siempre, serían Taiki, Yaten y un Seiya, ahora, despojado de sonrisa.

Entonces, él quiso caminar, alejarse de las preguntas, las presiones, la cortesía obligada. Su dolor se encarnaba como una espina indescifrable que no se atrevía ni siquiera a tocar; ya que era lo único que le quedaba de ella.

Aferrarse al dolor para no perder felicidad. Los hermanos lo entendieron sin entenderlo.

Por horas, los pies de Seiya dibujaron senderos, se preguntó si esas huellas, tantas veces transitadas, tendrían las urgencias de la tierra.

Se sentó extenuado, con un corazón callado y sin tacto. Pensó en la felicidad ajena, en los besos que al él le negaron y que serían lluvia en los labios de otro. Un temblor agrio se deslizó por su cuerpo, cerró los ojos, los puños, la boca del estómago, los dedos del pie.



-“Con qué poco me abrazó la suerte, sólo fue una migaja, el gajo de un sueño que cayó vaya a saber de qué cielo inventado”



Y de pronto, el golpe; extraño, seco y movedizo, como si fuera una bolsa de papas que se desplomaba en su falda. Rodó con aquello hasta tocar otra superficie. Entre el asombro y los moretones, apartó de sí ese extraño perfume. La vio, tenía los ojos grandes y la boca semiabierta, sudaba vergüenza y timidez. El silencio fue mínimo pero marcó una eternidad.



- Lo siento, lo siento, lo siento- dijo la joven



Él sólo la miró, si le costaba procesar el estallido, mucho más esa hilera inconclusa de disculpas.



- ¿Y tú de dónde saliste?



Ella respiró agitada. No lograba responder



- ¿Eh? ¿de dónde?- insistió Seiya

- Yo…no sé…..no puedo…..no debo

Saber, poder, deber…..palabras que él conocía de memoria. Sintió deseos de zamarrearla para que despertara de tanto esquema.



- Lo que no sepas, lo que no puedas, lo que no debas, la verdad, no es mi problema. Me tumbaste y ahora me van a salir moretones.



Seiya se quedó mirando el horizonte, le desgastaba dar explicaciones cuando le pesaba la lengua y más ante ese rostro alelado, hinchado de temores y rumores escondidos que, a los segundos, explotó



- Soy Mizuri, caí sin planearlo, es largo, estoy aquí no sé cómo, tampoco sé hacia dónde ir.

- ¿Eh? ¿Existe un planeta de locos? Pensé que ya había estado allí



Mizuri entendió poco y nada. Prosiguió



- No puedo explicarlo aún, debo saber que la energía se marchó, que ya no me persiguen.



Fue la primera vez, tras su regreso, que una carcajada desplazó el dolor de la ausencia, una carcajada, oceánica, aliviadora. Mizuri lo miró absorta, no comprendía, se sentía mareada, vigilada por su temor y sus verdugos. Se dispuso a explicarle, algo rabiosa por la burla; pero, nuevamente, esos asaltos en su pecho que le indicaban la presencia del peligro



- ¡No! ¡Están aquí! Tengo que correr.



A punto de huir fue detenida por la decisión de Seiya quien, al tomarla del brazo, sintió en esa piel fría la bonita confianza de una criatura indefensa



- Si estás loca, que es lo más probable, eres un peligro para los pacíficos, si es verdad que te buscan y lo que quieres es ocultarte, ni sueñes que puedes hacerlo en un terreno desconocido. Ven conmigo. Conozco lugares indescifrables.



Mizuri corrió al ritmo de un Seiya que de a poco recuperaba el ánimo de aventura. Movió una piedra y apareció un túnel. El joven se deslizó pero Mizuri tuvo miedo.



- Confía en mí, yo sé a dónde te llevo; además el que corre peligro aquí soy yo, al intentar ayudarte en tu probable desvarío



Mizuri frunció el ceño, ya eran muchas agresiones, pero las energías siniestras eran cada vez más fuertes. Saltó con torpeza y juntos atravesaron el pasadizo que los llevaba a una planicie amplia, con los olores del sosiego.



- Bueno, ahora sí. ¿Quién eres, de dónde vienes y que es todo eso del mal que presientes?



Mizuri callaba



- Si vamos a estar aquí, si en algo me estoy arriesgando, como mínimo debo saber con quién estoy.

- Ya te dije, me llamo Mizuri y poco puedo hablar

- ¿Por qué? ¿Tienes la lengua atada?

- No entenderías el poder de mi mente

- Créeme que de poderes entiendo bastante y en cuanto a tu mente, lo único que observo es que está trastornada

- ¡Basta!- dijo enfurecida- no es así

- Entonces habla



Empezó el relato con torpeza



- Mi nombre ya lo sabes…………………vengo de un planeta pequeño, destruído por una guerra absurda, con las últimas energías lograron transportarme, pero al hacerlo, dos del bando enemigo consiguieron infiltrarse y me buscan. Yo tengo el poder de presentir el peligro, de saber si está cerca de mí, si me acecha

- ¿Y por qué te transportaron sólo a ti?

- No puedo decirlo, ya he develado demasiado, mis enemigos pueden percibirlo y cada palabra mía es un mapa para ellos

- De modo que vienes, te caes sobre mí, me cuentas una historia fantástica que casi no entiendo y, además, no debes hablar.

Mizuri asentó con la cabeza, llena de vergüenza.

- Qué divertida es mi vida- reflexionó con fastidio

Mizuri abrió el signo de pregunta en sus ojos y Seiya le hizo el ademán del no me hagas caso.

Media hora pasó del primer encuentro. Bocas estáticas. Seiya se memorizó el perfil de Mizuri, cada línea de su rostro particular, al que encontraba sorpresivamente hermoso.

La joven, de a ratos, cerraba los ojos, respiraba, y en el ejercicio repetitivo, una risa corta se escapó. Como quebró la ley del silencio, Seiya se animó a cortar la absurda quietud

- ¿De qué te ríes?

Mizuri atenuó a hacer un gesto. Seiya lo frenó

- ¡No! Vamos, habla. Llevamos aquí una eternidad.

- Pienso en……caramelos

- ¿Caramelos?

- Sí, mi padre me los regalaba cuando me daban los ataques

- ¿Los sufres desde pequeña?

- Por favor, prefiero no recordar

- Pero lo estás haciendo, en este momento estás pensando en los caramelos que te daba tu padre



Mizuri quiso llorar pero se contuvo



- Él me traía caramelos, decía que se parecían a mí cuando me ponía tímida- comenzó a reír- era su princesa caramelo- volvió a enmudecer como si su mente le reprochase tanta audacia.

- Princesa caramelo…….bombón, bombón



La asociación fue inevitable y nuevamente, se despertó el dolor.

Mizuri se atrevió a romper su penitencia

-¿Te pasa algo?

- Yo también tengo mis secretos, princesa caramelo.

La dulzura con que Seiya pronunció la frase conmovió a Mizuri; por primera vez en ese planeta extraño se consideró a salvo; y sus sentidos dieron otro tipo de alerta, sólo que más agradable.



- Están lejos, podemos salir- dijo la joven

- ¡Por fin! Estaba a punto de largarme y dejarte a tu suerte.

- Necesito ayuda.

- Sí, ya veo. Y sé cómo hacerlo. Caramelo, el destino ha querido que te toparas con el indicado



Otra vez en Mizuri los ojos del desconcierto y del encanto.



- Olvídalo- expresó Seiya- eres rara y yo hablo demasiado.



La tomó del brazo y salieron a la superficie.



Caminaron con cuidado, observaron los alrededores y continuaron el paso. La charla fue amena, esta vez Seiya dejó de instigar a Mizuri con sus preguntas y comenzó a contarle historias de su planeta, curiosidades de sus habitantes, costumbres, descripciones de paisajes. La muchacha escuchaba atenta, dejando colgado con un alfiler su propio aflicción, pero pronto ese alfiler se desprendió y su cuerpo se tornó rígido; la mirada, cristalina; entrecortada la respiración.



- ¿Acaso peligro?- preguntó Seiya temeroso

- Sí, y esta vez no podremos evadirlo



Intensa explosión. El cuerpo de Mizuri fue amarrado con fuertes fibras vibrantes. Gritó y a Seiya lo invadió la impotencia. Dos hombres los acorralaron pero sus ojos y actitud estaban puestos en Mizuri.

Ella intentaba zafarse en vano. Seiya acudió a su instinto y, observando que aún guardaba la estrella de metamorfosis en su bolsillo, de manera mecánica, acudió al hechizo tantas veces por él practicado.

- ¡FUERZA ESTELAR! ¡TRANSFORMACIÓN!

Nada . ¿Acaso había olvidado que su parte sailor fue extirpada horas atrás?

- ¡Maldición!- pronunció

Los gritos de Mizuri se extenuaban como si cediera de a poco al beso de la destrucción. Los dos hombres apenas reparaban en Seiya.



- ¡FUERZA ESTELAR! ¡TRANSFORMACIÓN!



¿Por qué seguía intentándolo?



Fue entonces cuando lo increíble tomó consistencia. Su ropas se desprendieron y a su cuerpo desnudo, se plegaron otras, negras y enérgicas, que dibujaban sus contornos masculinos.

No era Seiya pero tampoco la Sailor Star Fighter. Conservaba su sexo y además, adquirió la fuerza de un guerrero. ¿Acaso una nueva identidad? La situación no era propicia para reflexionar. Actuó motivado por poderes desconocidos y se enfrentó a las dos criaturas que, esta vez, encuadraron al intruso.

Minutos de agobio, saltos, golpes, frases hiperbólicas, miradas de fuego. Mizuri logró liberarse y concentró los vestigios de energía en sus ojos grandes. Su química se acopló a la de Seiya y juntos, borraron el asedio enemigo haciéndolos desaparecer.



- Fueron destruídos- respiró la joven y cayó.



Seiya corrió, la incorporó, le tomó el pulso y se tranquilizó cuando Mizuri lo miró



- Vaya, así que tu también eres raro- bromeó, como pudo, la muchacha



Ahora fue Seiya quien puso cara de desconcierto y luego, con una sonrisa, se adelantó a la incipiente sagacidad de su compañera.



- Yo también guardo mis secretos, Caramelo. Ya habrá tiempo para que intercambiemos diarios. Vamos, te llevaré a donde sé que estarás segura.



Caminaron, apoyados mutuamente por el silencio necesario; cada uno absorto e intentando comprender qué había sido todo aquel remolino de choques, transformaciones y signos de preguntas.



En la puerta del palacio estaban Yaten y Taiki, más que consternados; detrás suyo, envuelta en una seguridad que exasperaba, la princesa. Los kou divisaron dos figuras alicaídas y fueron a su encuentro. Se sorprendieron al ver al hermano con esas ropas, tanto así, que tardaron en reparar en la desconocía.



- Larga historia muchachos. Ella es…..

- Mizuri- repuso la princesa- Joven Mizuri, te esperaba.



Seiya acentuó el desconcierto, también Mizuri



- Sé de dónde vienes- continuó kakyu- Yo propuse a tu gente que te transportaran con nosotros. Veo que encontraste un excelente guía.

Al sentirse aludido, estalló

- Princesa, con total respeto, explíqueme que es todo esto, al parecer Ud. lo sabía. Mire mi aspecto ¿qué soy? ¿un guerrero? ¿Acaso no habíamos terminado con el montaje?

- ¡Seiya!- reprendió Taiki- ¡Qué forma es esa de hablarle a la princesa!

- ¡Pero míralo, Taiki!- intervino Yaten.



Kakyu sonrió maternal, se acercó a Seiya y le acarició el rostro, mientras su otra mano reposaba en el hombro de Taiki



- Nuestra huésped necesita descansar. Vamos, entremos, que todas tus dudas serán contestadas.



Un cuarto grande y refulgente fue elegido para Mizuri quien, apenas puso la cabeza sobre la almohada, concilió el sueño. Parecía más indefensa que nunca, con pose de niña pequeña que se resguardaba en castillos de hadas tras el cuento de terror.



La princesa y los hermanos kou estaban a su lado.



- Ha sufrido mucho Seiya, al igual que tú. La historia es larga y dejaremos que ella la cuente.

- Esta bien, princesa- repuso Seiya con dulzura.

- Supongo que quieres la otra parte, la que te concierne ¿verdad?- agregó Kakyu

- Sí, necesito entender.

- Kinmoku está en fase de regeneración, somos aún débiles y esta galaxia, ya lo habrán apreciado, está repleta de maldad. Los necesito. Demostraron en la tierra entereza, bravura y honestidad. Como ya no debemos ocultarnos, desprendí de ustedes el disfraz, pero no su alquimia. Dentro del Seiya, Yaten y Taiki, protectores de la princesa, están los guerreros Star Fighter, Star Healer, Star Maker. Espero que comprendan- bajó los ojos, con dolor.



Taiki la miró y sonrió



- Sabemos perfectamente cuál es nuestro destino y aceptamos tu designio ¿verdad hermanos?



Respondieron de manera afirmativa aunque en el fondo, la disconformidad les ganaba. Sin embargo eran portadores de una estrella y eso lo aceptaban con orgullo.



Se retiraron en silencio, excepto Seiya. Kakyu se hizo cómplice de sus razones y con suavidad apartó a los demás, dejándolo solo.



Seiya observó a Mizuri, tan natural, tan luminosa. Lo abrazó la ternura y recordó a Serena.

Sólo que esta vez, ni sus ojos, ni sus puños, ni la boca del estómago, ni los dedos del pie se cerraron.

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